ALEJANDRO CÉSPEDES es licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad de Oviedo. Desde 1985 a 2014 residió en Madrid y desde 2017 lo hace en Oviedo. Toda su trayectoria profesional desde 1980 se desarrolló en el campo de la gestión cultural. A partir de 1994 compatibiliza su cargo como director de servicios culturales con la dirección de espacios escénicos, programación, producción, distribución y dirección escénica (Red de Teatros Públicos INAEM, Festival de Otoño, Red de Teatros de la Comunidad de Madrid, Festival Internacional de Teatro Madrid Sur, del que formó parte del comité de dirección junto a José Monléon durante 10 años. De 1998 a 2002 realizó crítica de poesía en el suplemento cultural La esfera de los libros del diario El Mundo; fue miembro fundador y del Consejo Editorial de la revista Número de víctimas, y responsable del Área de Poesía de la revista “La Cultura de Madrid”. Ha publicado sus poemas en Insula, en los diarios ABC y El Mundo y en la mayoría de revistas literarias españolas. Desde 2009 a 2011 codirigió el programa de poesía “Definición de savia” en la Radio del Círculo de Bellas Artes de Madrid; en la cadena SER fue responsable de la sección de literatura y teatro del programa Café con hielo. Fundó, junto a Antonio Roa, el Premio Internacional de Poesía Juan Rejano, del que fue coordinador. Es compilador y editor de la obra poética completa de Luis Sepúlveda que permanecía absolutamente inédita hasta su fallecimiento.

OBRA PUBLICADA Y PREMIOS LITERARIOS OBTENIDOS: Cazadores de icebergs (Salto de Página, 2022); La infección de lo humano (2021), seleccionado entre los 5 mejores libros del año por El Cultural, suplemento del diario El Español; El aliento del klai (2020), Premio de la Crítica de Asturias, ambos en Huerga y Fierro-Rayo Azul; Las caricias del fuego, (2018); Voces en off (1a 2016, 2a ed. 2017); Topología de una página en blanco, (2012) seleccionado entre los 5 mejores libros del año por El País y El Mundo, los tres publicados por Ed. Amargord. Flores en la cuneta (Hiperión, 2009), “Premio Jaén de Poesía” y propuesto para el Premio Nacional de la Crítica: (https://www.diariodesevilla.es/ocio/Neuman-Carnero-Millares-Premio- Critica_0_360264444.html); Los círculos concéntricos (AEAE, 2008) premio “Blas de Otero” y Premio de la Crítica de Asturias; Y con esto termino de hablar sobre el amor, incluido en Sobre andamios de humo, poesía reunida 1979-2008 (Vitruvio, 2008); Hay un ciego bailando en el andén (Hiperión, 1998); Las palomas mensajeras sólo saben volver (Hiperión, 1994), premio Hiperión; James Dean, amor que me prohíbes (Pamiela, 1986) Premio Navarra de poesía 1985 y «Angel González» 1984; La noche y sus consejos (Genil, 1986) Premio Internacional de Poesía Villa de Lanjarón; y las plaquettes La escoria de los días (La esfera. Madrid. 2009); Tú, mi secreta isla (Plaza de la Marina. Málaga. 1990) y Muchacho que surgiste (Scriptum. Santander. 1988). Además de los premios mencionados ha obtenido también, entre muchos otros, el Premio Reina Amalia de poesía, Serv. Per. del Ministerio de Cultura, Palma de Mallorca, 1988; «Juan Cervera», Sevilla, 1988; Ciudad de Baza, Granada, 1988; Premio Norte de poesía erótica, Bilbao, 1987; el accésit del Premio Internacional Teatro Español de Madrid, 1985 y el Premio Standard de Textos Teatrales, 1977.

POESÍA ESCÉNICA Y VÍDEO+POESÍA: Desde 2008 ha desarrollado un importante trabajo en el ámbito de la poesía escénica con la dramatización y puesta en escena de vídeo- espectáculos que se han representado en algunos de los más importantes escenarios del país. Ha realizado más de medio centenar de videopoemas tanto para su obra como para la de otros poetas. Es autor de tres largometrajes y un meidometraje (47 min) de cine- poesía: Muchas de estas obras pueden verse en la web del autor www.alejandrocespedes.com

 SINOPSIS CAZADORES DE ICEBERGS

CAZADORES DE ICEBERGS es una radiografía de nuestros propios actos: siempre están conducidos por la fatalidad de lo humano. Por un lado la subyugación del universo que el hombre justificó al escribir la Biblia con todas sus consecuencias: la deforestación, la insostenible explosión demográfica, la huida hacia delante de la industrialización entendida como enloquecido crecimiento, el inimaginable terror que conlleva la experimentación con animales, y adquiere tintes psicóticos, para cosas tan inanes como hacer que un champú nos deje el pelo más suave. Y por otro lado el absurdo existencial de todos nuestros actos, casi siempre vacíos, y la crueldad ejercida sobre la propia especie, individuo a individuo, semejante a semejante… Todo eso define nuestro paso por el planeta. Hay poco en el haber, todo en el debe.

Las acciones que conforman nuestro mundo, absolutamente enfermo de antropocentrismo, se obstinan en confirmar lo necio e incoherente de la vida humana: ideas impuestas de felicidad a toda costa y repudio a todo acto o pensamiento que represente una frustración. Un teatro del absurdo donde lo lúdico se establece como territorio exclusivo para el desarrollo de la vida a través de un larguísimo etcétera de pautas consumistas y degeneradas que se culminan en el teatro de la crueldad, donde el hombre canaliza su ineficaz proyecto a través del maltrato hacia los animales, hacia la naturaleza y hacia sí mismo, convirtiendo su existencia en un absurdo que carece de sentido más allá de lo instantáneo.

Aquel incidente de Nietzsche con el cochero que golpea a su caballo exhausto en la Plaza Carlo Alberto —y que inspiró la película El caballo de Turín de Bèla Tarr—, sirve de escenario a Alejandro Céspedes para subrayar que hay dos cosas que gobiernan el mundo: la maldad y el absurdo —no se engañen, el amor forma parte del absurdo–.